09 noviembre, 2017

Lo árboles mueren de pie (réquiem de sakura)

Huía del nido al encuentro
de un puñado de paz.
Recorrió momentos, agradeció cantando, 
mirando al cielo, juntó las manos,
elevó una plegaria en suspiro
cerró los ojos
soñó.
Renovado, sonrió y salió extasiado.
Convocó a la luna,
la llamó por su nombre.
Y no se desalentó ante su silencio...
volvió a llamarla, invocó su presencia.
Y anhelando poder al menos
orbitar cerca suyo y dejarle
un signo, una huella, un pensamiento...
desandó el camino hacia su encuentro.
Ilusionado por verla
bajó las defensas...
¡idiota!...
Te golpeó el rostro menos esperado:
aquella sombra que al acercarse, sigilosa,
precipitó la noche y oscureció el alma.
Traición premeditada y consumada.
Desgarráronse los velos,
El gorrión, derrotado, desmoralizado,
presa de indecible tristeza
impotencia, ira desmedida,
dio paso al silencio
y se tragó aquella pregunta 
que tanto se había hecho 
en los últimos 6 meses...
Y todavía sin entender, en shock
permitió el avance del león,
y sin más que decir,
se alejó, 
esta vez para siempre, 
de la luna.
Duele la verdad... pica la indiferencia
pero qué difícil es seguir
cuando el corazón ya no obedece a su dueño.
Maldita la hora en que te cruzaste en mi vida, Adonis...
Bendito Judas por su contundencia...
Que seas feliz... 
ya no voy a sufrir más,
te dejo brillar libre y seguir tu camino.
Sólo me queda el perfume de aquel septiembre
cuando te prometí amor eterno.
Ya no
te quiero
ver
NUNCA
MÁS.

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