30 noviembre, 2017

Claro que vale

Cavilando entre suspiros
irrumpieron tus ojos en mi noche 
al instante, fue noviembre 
y se entibiaron los pechos.
Sonrisa ancha de ojos cerrados
promesa de un amanecer sereno.
Sopló el viento tu nombre
y se llenó el cuarto de hadas...
Acariciaron el alma, recelosa
y aplacaron los miedos. 
Sonrisa ancha, luceros de miel
esperanza de vuelos y cometas.
Y aunque brilla y reluce lo nuevo
aún fantasmas obscuros acechan
se relamen los recuerdos y claman
buscando alterarte, gorrión...
Ya no temas. 
Cantale al verano tu himno.
Brindá por tu sino, sonreíle al miedo.
Verás que aunque la brisa es ligera
es suficiente para hacerte tocar el cielo.
Vale... vale... claro que vale...
Todo esto y mucho más...
tu cielo, mi esmero, nuestro credo.
Verde Diamante sureño, terruño bello
paisano del pueblo del arcángel médico...
Te pienso, te espero
me acomodo en tu pecho, 
suspiro... me pellizco...
Abro los ojos... te veo... sonrío...
Y otra vez me duermo. Y sueño.

18 noviembre, 2017

Vocación de verde

Todavía regido por el claroscuro lunar
sumergido en el sopor noctámbulo
velaba el alma al amor sin rostro,
cuando el sol, asomando, 
tanteó al firmamento,
y luego de acariciar las montañas
y ruborizar las copas de los tilos,
besó TU rostro.
Amaneció.
A coro los horneros lo confirmaron
mientras las cadenas, estrepitosamente 
despertaban a los miedos
con su lamento de retirada.
Desesperezóse  el alma...
sonrió Israel y volvió a creer...
ya, sembrada la paz, 
sólo quedaba regarla con paciencia
y esperar que madurara.

09 noviembre, 2017

Lo árboles mueren de pie (réquiem de sakura)

Huía del nido al encuentro
de un puñado de paz.
Recorrió momentos, agradeció cantando, 
mirando al cielo, juntó las manos,
elevó una plegaria en suspiro
cerró los ojos
soñó.
Renovado, sonrió y salió extasiado.
Convocó a la luna,
la llamó por su nombre.
Y no se desalentó ante su silencio...
volvió a llamarla, invocó su presencia.
Y anhelando poder al menos
orbitar cerca suyo y dejarle
un signo, una huella, un pensamiento...
desandó el camino hacia su encuentro.
Ilusionado por verla
bajó las defensas...
¡idiota!...
Te golpeó el rostro menos esperado:
aquella sombra que al acercarse, sigilosa,
precipitó la noche y oscureció el alma.
Traición premeditada y consumada.
Desgarráronse los velos,
El gorrión, derrotado, desmoralizado,
presa de indecible tristeza
impotencia, ira desmedida,
dio paso al silencio
y se tragó aquella pregunta 
que tanto se había hecho 
en los últimos 6 meses...
Y todavía sin entender, en shock
permitió el avance del león,
y sin más que decir,
se alejó, 
esta vez para siempre, 
de la luna.
Duele la verdad... pica la indiferencia
pero qué difícil es seguir
cuando el corazón ya no obedece a su dueño.
Maldita la hora en que te cruzaste en mi vida, Adonis...
Bendito Judas por su contundencia...
Que seas feliz... 
ya no voy a sufrir más,
te dejo brillar libre y seguir tu camino.
Sólo me queda el perfume de aquel septiembre
cuando te prometí amor eterno.
Ya no
te quiero
ver
NUNCA
MÁS.

01 noviembre, 2017

Prólogo de un noviembre santo y chúcaro

Miércoles de noviembre
el primero,
santo y sereno.
Desde un trono de espinas
reinaba el Silencio, 
majestuoso, soberbio,
solo...
Mientras, intentaban los dolores  
asediar sus regiones caudales
y paralizaban al ser, anquilosada columna
casi habituado a la monótona rigidez matutina, 
aunque no lograban distraerlo por completo de su obsesión.
Esclavo de un verdugo omnipresente...
Ausencia del platónico... ¿amor? 
escocían los recuerdos afilados y apilados
en apenas una docena de lunas atrás,
atropellando con insoportable efectividad
el mismo rostro... el mismo nombre...
Abstinencia del casi contacto que ayer fuera
con un rostro... con un nombre...
vacíos...
delineados meticulosamente 
por la ambición de un romántico idealista
que ajenos al real ser, rellenaba y maquillaba al ¿amor?
gigante...
inconmensurable/infinito...
eterno...
No.
Grandilocuente e irremediable egocentrismo...
Histérica compulsión de Adonis
morena humanidad de ojos rasgados
quien sedienta de fanáticos y aplausos sordos, 
endulza los oídos y acaricia los egos de frágiles invidentes
arrastrando a un puñado de enamorados a su lecho virtual
que aunque, aburrido, descarta al principio
para luego convocarlos a su adolescencia eterna, 
hambriento de atención y cuidados,
cansino e infinito ciclo perverso...
Basta.
Ni víctima.
Ni cómplice.
Ni verdugo.
Reina, Soledad...
Más vale el consuelo de tu Chúcara compañía, 
que el asedio seductor de mil dagas 
del Adonis ansioso de hojalata.
Ayer me descubrí desnudo y sentí frío...
y no fue tu rostro, Adonis, el que anhelé...
¡Ay! si sólo te dieras cuenta, Israel, 
que se trate de aceptarse y conocerse...
de amarse y abrazarse primero,
antes que reclamarle amor a un tercero...