19 septiembre, 2017

Mil veces adiós

Anochece y se aquietan los humores
recorre lentamente y desciende 
por el borde, un amor desengañado
condensando sospechas
atando los cabos de extremos divergentes...
Por momentos, inexplicablemente parecidos
pero misteriosa e irreversiblemente opuestos.
Viene de sumergirse
en el océano de aguas oscuras
donde, turbulentas, se agitan, las pasiones
y los instintos turbios nublan la conciencia, fríamente acomodada.
Cansada, el alma, rechina de hambre...
y crujen y reclaman atención los fantasmas, ebrios imprudentes
que habiédose corrompido con toneladas
de desvelos y atenciones
que no dejan mella y repletan
de agujeros y carencias...
Mientras el alma se sonríe,
el cuerpo se desmembra, desarma y sangra.
Y en el huracán de la vorágine cotidiana
de la danza entre fotos y sospechas...
Y de leones y gatos se defiende...
lucha con fantasmas... ofrece pelea.
Y cuando todo parecía perdido
se hace la lux, inesperada.
Se ilumina la noche y retroceden las ánimas.
Y aprovecha el destino a nutrirse de la duda...
Y convencido de sus sospechas de no saberse amado ni digno de atenciones y cuidados
huye el jilguero, herido de muerte el orgullo,
los ojos desorbitados por los celos.
Y nuevamente, cuando el invierno adentrado
se acomodaba en su trono,
se derrumbaron sus cimientos, y surge
en el vacío, una llama blanca.
Satisfecho, canta victoria el amor, y triunfa
sobre cualquier pronóstico,
clavando la bandera de la sinceridad, y abonando el suelo con paciencia,
lo riega con espontaneidad y risas.
Y promete dejar volar libre al alma amada
Pero no se resigna a dejar de amar...
Ya no resisto más al sueño...
Te quiero con todas mis vísceras,
te amo con todas mis neuronas,
te extraño con todos mis joules...
Pero ya no queda nada de ese que fue
nuestro amor...
Ya salió la luna... las cenizas no abrigan...
Sólo escuecen los ojos y enceguece el alma...
Israel... ya no dudes en tirar
los hábitos del mendigo.
Seca tus lágrimas y levanta la frente.
Aunque ya se aleja la lux,
al menos te queda
la luna...

05 septiembre, 2017

Teresa y el amendro

Teresa, santa y ejemplo
'amar hasta que duela' quise
y ambas cosas sucedieron:
amé y morí de dolor en el intento...

Pero hoy ví por fin
florecer un almendro...

Buscaba huellas del joven
que derrochaba música y risas
que iba armado con sus sueños
y como estandarte, la Verdad,
venciendo demonios,
sembrando luz
entre tantas sombras.

Quiero recuperar tu amor...
mi estrella amada...
la lux de mis ojos... mi alegría...
mi fortaleza, mi compañía eterna.

Y que con la pascua de nuestros miedos
renazca ese amor, tierno,
eterno e indestructible,
gigante, invencible.

No pensemos tanto, chinito...
volemos...
Y ya nunca más contar
las lunas, por miedo
a volver a perderte...