24 agosto, 2008

Alforjas ociosas, nube ensillada... senderos expectantes

De larga travesía
regresa Israel.
Rostro curtido
aunque todavía pálido.

Sol e intemperie
apenas tuvieron oportunidad
de maquillar sus temores.

Nuevo presente, mismo retrato.
Nubes foráneas, brisa quieta
¿paz?
¿o quietud entumecida por la espera?

Pantano, ciénaga,
tierra yerma, húmeda de proyectos,
restos de los árboles que no fueron.

Horizontes sinuosos, pendientes.
Misma montura, sin estribos,
actitud que se viste del tiempo
y se alimenta de letras.

Sueños frágiles,
mudas pesadillas
y el viejo grito gutural
nacido del abismo:
“¡Veritas!”

¿Y las cadenas?
Frías, fiel compañeras,
encanecidas por el gris presente,
oxidan la herida, abierta
y de ella brota la ansiedad,
río que llega al mar de la postergación.

Israel,
¿y en tus ojos
acaso hay una esperanza
en el fondo de tus iris enmohecidos?
¡Sea!
“Ve, brilla y aceita
el engranaje del motor
enfriado por el largo invierno”.

Agosto en Buenos Aires (¿será que el corazón despierta de su siesta?)