"¿Quién soy? ¿Qué quiero?
¿Hacia dónde voy?"
¿Por qué te agitas, Israel?
¿Acaso alguien lo sabe?
Tal vez...
Mirando el sol te pasaste el día entero,
y cuando llegó la tarde, ciego quedaste.
Olvidaste ser por mirar al horizonte,
esperando que la Vida llegara a la estación.
Llegó la Nada sin ser invitada
y resultó cómoda,
creció maleza y se borró el camino.
Machete cobarde
congenió con el yuyo
y se volvió verdugo
de los pies vírgenes, castos peregrinos
de un sendero a estrenar.
Volvió el gorrión, amó tu nombre,
desempolvó tu corazón.
Pero oxidados tus brazos
tus manos torpes no lograron
acariciar sus límites
ni amar su canto
simple tal vez
pero sincero y cotidiano.
Y el gorrión enfermó
y voló, para hacer nido en tu oído
lloraste su pérdida,
empalideció tu rostro
y aletargado, gritaste,
clamando consuelo.
El amor no se compra ni vende
ni tampoco una mirada de aliento,
una carica, un beso, sinceros
una mano, un brazo. Tiempo.
Y el abrazo no fue concebido.
Noche enfriaste el corazón ciego
y Nada conversó otra vez con Silencio.
Deseos de volar
te derritieron los ojos...
se oxidaron tus alas
se empolvó tu corazón.
Terquedad férrea, sentimientos...
¿fingidos?
Amor de otoño
primavera vacía
y en el fondo se acumulan los trastos
y en la boca, se inquieta la lengua,
la humedad que no llega
y el tiempo que sólo angustia.
Y así pasó la Vida
traqueteando a unos pasos
carrilles rectos soportando el peso del movimiento
promulgando una nueva oportunidad
humo y ruido, confusión y bullicio
esperanza.
No dejes que se te pase, Israel
súbete a la Vida
ofrece tu semilla:
es preciso que primero muera
para que la Vida venza.
Volver...
¿decisión?
¿o simplemente obsesión del cobarde?
BASTA
Sé lo que estás llamado a ser, Israel.
Buenos Aires, un día de calor, que evapora los miedos y calienta el frío de costumbre (dejando al viento que despeine los prejuicios)