16 febrero, 2015

Siempre atareado con el barro,
obsesionado con las formas,
con el alma ojerosa y las manos doloridas,
Israel se detuvo a descansar unos instantes.
Miró a su alrededor y se vio arrugado,
el cabello revuelto,
los sueños también,
los ojos cansados de mirar demasiado cerca.
Presidía una corte de expectantes vasijas mudas
de tamaños, bordes y colores muy variados,
recipientes moldeados con paciencias y la propia saliva
decorados toscamente para llamar la atención
pero curiosamente vacías y huecas.
En el fragor de la vida
Israel olvidó el verdadero sentido de lo que hacía:
de ser y de hacer:
¿artesano o artista?
O acaso su sino era simplemente SER.
Y así contagiar a los hipócritas a quitarse el disfraz
y a pedirse perdón a sí mismos por tanto humo.

3 comentarios:

Analía dijo...

"los ojos cansados de mirar demasiado cerca"... y "pedirse perdón a sí mismos por tanto humo".

Mirar más lejos, salirse de uno mismo, dejar de ser autómata en lo que uno hace para poder descubrirse en lo que uno ES.
Tiene mucha fuerza tu escrito. A veces es necesario descansar los sueños, los ojos, las manos. Necesario para encontrarse y re-descubrir sentidos.
Un abrazo!

Nicolás dijo...

Gracias Ana. Siempre es emocionante regresar a los pagos, al origen, recuperar el centro. Ahi uno se reencuentra consigo mismo, capaz aventura balances.. aunque también redescubre motivaciones y reafirma objetivos. Una especie de norte para recalibrar la brujula interior y orientarla en la dirección correcta. No hay como el olorcito a casa, el calor del hogar. Cuando se encorvan los perseverantes, vencedores son los soñadores. Porque ¿quien puede edificar sin soñar? Solo se construye desde un proyecto. Pero sin perder la base, no levantar tanto vuelo porque si no, se puede uno caer estrepitosamente con las alas chamuscadas y las retinas quemadas.
Que lindo es reencontrarse con los afectos. Gracias por venir. Ya devolveré la visita. Abrazo gde!

Analía dijo...

graaaacias!! Siempre estoy atenta al regreso, y lo celebro!