Nido incómodo,
dorso y vientre inquietos,
remolino de fotos
desteñidas,
sueños en conserva.
Cúmulo de polvo
de alas ansiosas.
Pronóstico de buenos
vientos,
relatos de viajes por
venir.
Eco de rostros que fueron
y serán.
Vorágine de plumas,
ociosas,
sedientas de sangre negra.
Campos marmóreos, yermos,
pálido concierto de
expectativas.
Bosquecillo de flacas
rectas.
Pensamiento sinuoso,
ebullición de sentidos,
peregrinación de miedos
líquidos.
Destellos creativos en un
cuarto negro.
Sinfonía de esmeros cuidadosamente
ciegos.
"Abrí
la ventana, niño,
que el sol inunde tu pecho".
Bs. As., noche fresca de un lunes de octubre en un año emocionalmente intenso