18 febrero, 2010

Sueños de primavera, frutos secos, cenizas

Pies descalzos, impregnados de caminos
retinas rebosantes de cielos y lunas
manos inquietas y sedientas
y un corazón ensanchado.

Vuelve Israel al hogar
dejando atrás los suyos
ve venir al futuro y tiembla:
¿quién estará cerca
cuando el sol se esconda y
zumben los miedos?

Solitarios silencios
interrumpidos por rostros y risas
hojas de libros en blanco...
y la mente, también.

Huella de un pie que sin querer
aplastó un sueño lactante,
guitarra y voz morenas,
carácter de mar y tormenta,
amor que no traía anclas.

Destino...
¿olvidar?
Duele el recuerdo,
huele a duelo la foto
y el apellido foráneo de un nombre
que no genera más que escozor
por algo que no pudo ser.

Memoria...
¿cruel testigo de la inefable levedad
de un ser que se distrajo
y confundió primavera con invierno?



Otoño...
no te apresures,
que esta hoja goza todavía de aliento
y viendo florecer al almendro
deja al viento juguetear con los frutos secos.
Ya habrá tiempo para la helada.

Buenos Aires (descubriendo que la felicidad está dentro: sólo hay que soplar las cenizas y reavivar el tizón)