20 julio, 2025

La vida dos veces


Miren cómo sonaba allá en mi barrio agreste
este nombre caído de los mares lejanos:
Toddy Deussán. Un chico alimentado a lirios.
Una flor de su madre que soñaba otra vida.

Supe que no querían que jugara conmigo
porque yo era la forma del pánico y el hambre
y la más descarada miseria por el mundo.
Pero Toddy, esa gracia hecha de mimbre y aire,
vivía hipnotizado por mi gran aventura.


Cuando huía del ojo celoso de su madre
se acercaba a mi sombra con cierto desenfado,
me mostraba sonriendo sus ignotos tesoros
y me buscaba el lado más pájaro del alma.
.
Él descubrió en mis ojos cierto país del sueño
donde se desnudaba un ángel con harapos,
algunos yacimientos de enterrada inocencia
y un gran rompecabezas de ternura en mis manos.


Un día, ya vencidos por nuestra resistencia,
los padres me dejaron entrar en el santuario,
nos sirvieron un río de leche y medialunas
y yo los deslumbré dibujando caballos.

Después, siguió la vida, como siempre sucede,
volvió el viento de agosto y crecieron los árboles;
sus padres, que tenían el sueño de otra vida,
una tarde ceniza se mudaron de barrio.

Yo olvidé al canillita en un cruce de esquinas,
entré al jornal violento del vino y los obrajes,
vestí los portentosos pantalones del viento
y descubrí mi oficio de fábula y guitarra.
.
Toddy, se llama Alfredo Deussán, vive en Mendoza,
casó con otro mimbre hace muchos veranos,
seguramente tiene un puñado de niños
y es una pajarera su comedor de diario.


.
Acaso, un año de estos, cuando vuelva al oeste,
llame a su puerta clara y despierte sus pájaros,
sólo porque un amigo es la vida dos veces
y desde aquella tarde no dibujo caballos.
.

08 mayo, 2024

Argentina! Canta y camina!

"Jesucristo, señor de la historia, 

TE NECESITAMOS..."


Hoy, igual que ayer, elegimos CREER.

CANTAR.

SEGUIR CAMINANDO.

Aunque a veces nos duela sentirnos hojas a merced del viento,

 juntos SOMOS ÁRBOL.


Queremos abrazar nuestras RAÍCES, 

aborígenes, europeas, moras, qué más da 

si ahora ESTE ES NUESTRO SUELO.


Ayudanos, María, a ELEVAR LA MIRADA

aún cuando nos cueste mirar a los ojos, 

y a sostenerla, ser capaces de VERNOS. 


Aún cuando no nos sintamos merecedores de tu PERDÓN.

Hoy queremos ser padres, hijos, hermanos,

DIGNOS

LIBRES.


Pero somos ingenuos, indiferentes, esclavos de la IMAGEN,

aún cuando fuimos llamados a la HONDURA,

esa difícil tarea de apostar y ser un poco de LUZ,

cultivamos la esterilidad de la inmediatez 

y seguimos pataleando en la superficie, 

sedientos de likes y seguidores.

Confundida nuestra vocación natural de DAR, 


NOS DUELE LA SOLEDAD de las manos, reacias, 

que ENCERRADAS en bolsillos opuestos, 

se miran desconfiadas, y engordan 

insaciables, con el odio, aferradas 

al miedo de un acero, oxidable; verdugos 

de nuestra propia infelicidad.

 Pero aún así, elegimos ponernos de pie.

Tenemos ansias de salir, AVANZAR, 

firmes, pero sin atropellarnos, 

RESPETARNOS, sin condiciones ni cláusulas, 

poder sentirnos PRÓJIMOS, tomarnos de la mano, 

no para apretarnos o desestabilizarnos, y así prevalecer unos pocos,

sino para SER, 

PLENOS, 

CONSCIENTES.


"El jardín es más hermoso, 

cuanto más variopintas son sus flores".


Mamá, hacenos respetuosos, aún en la diversidad, 

aún cuando por inercia nos cueste mirarnos con amor.

 

 Hoy, más que nunca, somos NACIÓN 

con VOCACIÓN, 

FUEGO

PASIÓN.

Todos somos tus HIJOS, 

pequeños y necesitados de tu protección maternal. 


Gracias, mamá, por mirarnos y vernos.

16 diciembre, 2020

Aprendiendo a estar


Atardece una vez más
y resuena el alma, inquieta. 
Casi 6 veranos escurrieron
desde aquel encuentro
en que el ángel fue ungido.

Lo inerte abandonó la mortaja
y asumió el desafío:
ser.
15 lunas hasta un diciembre nuevo,
aunque las cicatrices de las cadenas 
laten a veces aún hoy.

Y entre ilusiones adolescentes
y camperas de cuerina negra
el alma se animó a vibrar.
Se deshojaron los prejuicios
y quedó sólo el hombre, 
sólo, con su música.
La moneda perdió la cruz 
y brilló una sola cara.

Varios nombres coquetearon
pero así como pasaron las lunas,
emigraron las plumas,
se achicaron las montañas
y enmudecieron los sordos,
aunque no todos. 

Y contra todo pronóstico,
prevaleció el color de la criptonita,
la lasagna de verduras,
los teatros under...

Israel descubrió que ya no estaba solo:
el amor ahora vibraba, calmo, sincero.
Pero no confiaba en su ritmo sereno
parecía anhelar lo opuesto.
Masoquista, tropezó,
confundió el cielo y el suelo,
incluso olvidó quién era.

Se refugió detrás de un telón transparente
pero aún así se alimentaba de destellos.
Se marchitó en marzo
y fermentó hasta el segundo intento.
Y por fin,
floreció en enero.

Siempre noviembre,
llegó el camión a tiempo
cargaron todos sus sueños dentro
y apostaron a barrientos.

Hasta que las maldiciones del año bisiesto
alteraron los tiempos.
Las pestes bailaron al son
de eclipses y sombras con bocas tapadas
y hasta los astros perecieron.

Y en la distancia, 
en la aparente soledad y el encierro
el alma cerró los ojos y sonrió,
estar
sereno.

Acunó al amor, suspiró y se durmió
y en su sueño, se hincharon las velas.

Aún cuando rechinen las estructuras 
y los miedos resoplen, sedientos,
el puerto será el mismo:
Vale
Amar
Eligiendo.



10 mayo, 2019

Hoy más Vale que nunca

Bendito mes, bendito lunes, feriado, soberano
más de 19 motivos para agradecerle a Dios
que te arriesgaras a vernos justo ese, TU día.
Día bisagra, cierre de un ciclo,
torbellino de recuerdos, miedos y esperanzas.

Bendita rutera que me permitió volar hasta vos 
y, en el umbral de tu intimidad, 
reencontrar nuestros bordes, 
acariciarnos con sed.
Fundirnos, con urgencia para acortar el abismo
entre los latidos, galopando a la par....

Bendito tu pelo crepitando entre mis dedos,
dichosas ellas, las lenguas, incansable danza. 
Maldita criptonita... me zambullía
en ese cálido mar verde 
y aún así, la piel ardía.
Nuestros perfumes se tantearon:
aroma a tilos, tabaco, 
lasagna de berenjenas, teatro, 
a reader, a birra y picada, 
a PS4, Netuflix, cine, amor.

Flotamos desde ahí, juntos, 
sin saber a donde íbamos pero eso sí:
casi instintivamente, yo gravitaba a tu derecha
Un solcito porteño nos acariciaba, mimoso 
mientras nos saboreábamos en la alfombra verde,
nos poníamos al día, nos sincerábamos, 
intercambiamos disculpas y reproches,
balbuceamos motivos y nombres, 
pero nunca dejamos de mirarnos.

Y así nos sorprendió diciembre, las fiestas, 
enero y más de 16 motivos para hacerme tuyo, 
elegirte a vos, mi amor, mi compañía incondicional, 
mi primavera.

Pasó San Valentín, Mar del Plata y carnaval.
Hasta la Pascua se escurrió.
Y a pesar de los tropiezos y los miedos, 
permanecimos.

Qué manera de quererte, mi gordo, 
mi tanito de las criptonitas mágicas, 
 fortaleza y abrigo, 
amigo, psicólogo, confesor, 
la cura para lo "dañado".

Casi 4 lunas han transcurrido 
y promesas de viajes, terraza, cenas y más teatro
van tomando forma y madurando.

Que nunca nos falte el vino, 
ni la salud ni la sonrisa
Te quiero, en otoño y también en invierno. 
Hasta que vuelva la primavera
 y nos reencuentre este año, otra vez, juntos.




17 septiembre, 2018

3 inviernos... y llega la primavera

Mientras lo veía acercarse por el pasillo, le pedía sosiego a su corazón: “No me delates", le decía. El entramado de músculos y válvulas bombeaba, desbocado, como queriendo asomarle por el cuello para saludarlo él también.
Habían transcurrido muchos atardeceres desde que se abrazaran en esas baldosas, por última vez.
Su corazón aprovechó que ya estaba latiendo en su cuello, y le besó el suyo, cuando se abrazaron. Su perfume lo invadió y le impregnó los labios.
Ya está. No le faltaba nada más. Cerró los ojos y sonrió.
Regresó a sus pies y encontró de nuevo el piso. Abrió los ojos y se topó con su campera de cuero, con la remera celeste que rezaba “libertad” en inglés. Su jean gris, el que acentuaba sus convexidades. Su pelo negro, sus ojos rasgados… intentó distraer la mirada y no pudo evitar su boca. Listo. Su sonrisa lo derritió.
Se acordó del chocolate que le había comprado, y se lo dió, antes que se derritiera también. Y él apuró un paquetito con un dulce en pan envuelto, de la tierra del café.
Caminaron juntos un rato. Sus pies también conversaban. Sus manos se rozaban, diatraídas, como en una danza de coqueteo animal.
Desandaron temas. Se detuvieron en lugares. Se miraron. Se gustaban, y eso se percibía en las miradas cuando se mantenían, como queriendo ver más allá de las ventanas evidentes. Se degustaban.
La pizza no pareció tener tanto queso, el calor del primer piso no pareció sofocarlo tanto. Incluso logró olvidarse de su celular.
Sus pies descalzos seguían conversando sin rozarse, debajo de la seguridad del mantel. Y alrededor, las mesas y sillas vacías se llenaban de recuerdos que lentamente se iban convocando.
Pidieron la cuenta, pagaron a medias. Hasta el viaje de regreso fue como caminar en la luna, sobre un mar de espuma densa. Y alrededor, todo el mundo parecía respirar primavera. Y eso que era 16, faltaban 5 días.
Escucharon juntos Chiquititas en la cama, se fueron animando a ponerse cómodos con la piel expuesta. Y cuando se hizo la una, los gallos de la madrugada se complotaron con sus párpados. Y las persianas terminaron por bajarse.
Y en la oscuridad de un 17 de septiembre, casi 3 años después de aquella primera madrugada cuando floreció el primer “teamo", respiraron acompasados, y durmieron sus dudas, y acostaron sus miedos. Se abrazaron, como si el tiempo no hubiera nunca escurrido.

Otra vez brilló la luna. Ojalá esta vez no te aleje. Ojalá esta vez no te pierda.

14 julio, 2018

Pascua, Viaje y Resurrección

¡Escucha, Bellavista, aquieta tus ansias!
Ya regresa ¡por fin! tu hijo pródigo.
El joven nieto de pluma sensible
ya no arrastra más sus hombros:
curtido por una soledad soberana,
revestido de un crisol de paisajes,
se mantiene ahora erguido
desafiando al horizonte.

Transmútanse los contornos, a veces nítidos,
por momentos arrugados y pálidos,
mientras un par de manos inertes
le cantan canciones de cuna.

Mientras todos a su alrededor se obstinan
en sembrar mariposas a la vera del lecho,
él esgrime un puñado de líneas
tejidas en las penumbras de un alma rota,
y mientras clama misericordia,
junta coraje y entona un himno de despedida.

“Dichosos mis ojos, mujer
que aunque empañados por tu partida
se sacian con tu ternura
y se cobijan bajo tu presencia.

Bien sabe el Poderoso que desandaría mares
y movería montañas, con tal de conservarte
en este mundo, conmigo.
Bienavenida la hora, al menos,
que puedo contarte mi amor, mi gratitud, mi pesar, mi miedo.
Ojalá sea este momento eterno”.

Miró a la anciana a los ojos, aflojó los nudillos
y, estrechando a la muerte entre sus brazos
aceptó el destino: la dejó partir.

Atravesado su pecho por la tristeza,
el joven de cenicienta corona
dejó de sentir y se limitó a flotar.
Los meses se sucedieron, inexorablemente,  la rutina se embriagó de cafeína
y rumiando pena, saliva y realismo,
forjó una coraza, infranqueable.

Recocíjate, Bellavista ¡oh poblado!
Destellan en tus pupilas mil imágenes
de lugares y rostros, de gestos y caminos.
No desconfíes de tu propio simiente.
Acoge más bien al muchacho,
no le niegues el consuelo de tu aliento.

Contempla tú misma el cambio obrado.
Mira que mucho ya desvarió en el duelo,
deshidratando penas, postergó sueños…
escanció lentamente el cáliz amargo
y le dijo ¡Salud! al Cáncer.

Despidió al amor incondicional
y dejó leudar la ausencia del bien perdido.
Pero alégrate, pues, por fin un día
una estrella le tomó la mano,
lo invitó a cuzar el mar.

03 julio, 2018

Atheleia, Mnemosyne y la muerte del verduamigo

El hombre y el candil, 
titubeantes pero resueltos, 
irrumpieron en la quietud de la torre, 
tomados de la mano, escalaron hasta el ápice 
hasta tropezarse con el baúl.
Soberano envuelto en millones de mantos plomizos,
reinaba en silencio en el lúgubre ático.


Crujieron sus certezas bajo sus pasos
estremecióse Atheleia en su lecho.
Cerró los ojos, la invocó en su mente.
"Mnemosyne, Mnemosyne".

La ira bostezó, se desesperezó ante el llamado.

Cenicienta materia, inmisericorde, 
acudió con voraz apetito, 
tentáculos de humo confundieron las dimensiones.

El hombre ya no era hombre.
Era. Pero en otra era. En otra tierra.

Y así, sin darse cuenta, un niño flacucho
sintió una presión creciente en sus puños, 
bajo la mediocre luz de un sol de otoño.
Latidos desbocados encendieron sus ojos.
La furia se le trepó del estómago al pecho,
y luego pasó al cuello, 
le tironeó las cejas,
y las sienes latieron al compás de las burlas

Por un instante, se desconectó su mente. 

El niño ya no vio al amigo ni a la media docena 
de niños de niebla, que sorprendidos,
abrieron la rueda ahogando un grito.
Sólo quedaron ellos, los Pablos:
Agustín y Nicolás.
La advertencia de su diestra
se materializó en afrenta contundente.
Más le dolió la muerte del amigo que los nudillos.

Mira, Israel, cómo fuiste capaz
de hacerte respetar.

No alimentes fantasmas,
porque un día despertarás y ya no podrás reconocer
si tu alma se durmió y sólo quedó la Niebla.