retinas rebosantes de cielos y lunas
manos inquietas y sedientas
y un corazón ensanchado.
Vuelve Israel al hogar
dejando atrás los suyos
ve venir al futuro y tiembla:
¿quién estará cerca
cuando el sol se esconda y
zumben los miedos?
Solitarios silencios
interrumpidos por rostros y risas
hojas de libros en blanco...
y la mente, también.
Huella de un pie que sin querer
aplastó un sueño lactante,
guitarra y voz morenas,
carácter de mar y tormenta,
amor que no traía anclas.
Destino...
¿olvidar?
Duele el recuerdo,
huele a duelo la foto
y el apellido foráneo de un nombre
que no genera más que escozor
por algo que no pudo ser.
Memoria...
¿cruel testigo de la inefable levedad
de un ser que se distrajo
y confundió primavera con invierno?
Otoño...
no te apresures,
que esta hoja goza todavía de aliento
y viendo florecer al almendro
deja al viento juguetear con los frutos secos.
Ya habrá tiempo para la helada.
Gracias P. Miguel por soplar las cenizas del rostro de Israel. De tanto que le picaban los ojos, no paraba de llorar y se perdía de disfrutar el calorcito del fogón.
ResponderBorrarJesús, mi amigo: que nunca nos falten fuerzas para soplar las cenizas acumuladas.
Que así sea.
ResponderBorrarme llega tanto como escribis, y no es porque "entienda". Hay imagenes, hay sentimiento, hay un "algo" que se me hace tan especialmente familiar, que me encuentro en tus palabras. Y me hace bien.
"Otoño...
no te apresures,
que esta hoja goza todavía de aliento...
...Ya habrá tiempo para la helada."
que estes bien!
Hello. And Bye.
ResponderBorrarvuelvo a leer esto, Jinete de estrellas...esto es bello, realmente bello.
ResponderBorrar