26 abril, 2006

14 razones para pedir perdón

Han pasado dos largas semanas, y no he podido sentarme a escribir con tiempo y dedicación, como lo requiere un lugar donde se trata de reflejar el alma en las letras y las imágenes, pura y cristalina como el rocío de una mañana nítida de otoño.
Así que les pido que me tengan paciencia y agradezco a todos los que aportan su sabiduría y comparten sus ganas de cabalgar, siempre bien alto, en este lugar que se ha convertido en un remanso en una vida tal vez arrebatada, turbulenta y bastante ruidosa.
Les dejo una poesía de Mario Benedetti. Los sigo leyendo.

Fuego mudo


A veces el silencio
convoca algarabías
parodias de coraje
espejismos de duende
tangos a contrapelo
desconsoladas rabias
pregones de la muerte
sed y hambre de vos

pero otras veces es
solamente silencio
soledad como un roble
desierto sin oasis
nave desarbolada
tristeza que gotea
alrededor de escombros
fuego mudo.

11 abril, 2006

Huerto en vela, corazones vencidos... sueño (1º misterio)


Alguien partió el pan
y se repartió todo
otro no puede mojar ni las migas
porque manosea monedas
doradas de codicia
corroídas de traición.

Hora de angustia
escalofrío helado, costado palpitante
cráneo que intuye espinas
manos que presienten vacío.

El Inocente se retira,
saciados todos por la Cena
pero un sabor amargo, sin embargo
es inevitable.

Motín a la razón
palabras que se encarnan,
coma por coma
historia que se cumple:
el Maestro, desvelado,
duermen los amigos.

El sueño se ríe del perseverante,
el temor, desnudo, corre sin rumbo
atropellando sin escrúpulos
a quienes se le cruzan

La eternidad se estremece,
la serpiente se burla del Manso
la savia se confunde con el sudor
y el rostro se surca de rojo:
es el Cristo,
su Cáliz se vacía…

La humanidad toda se adormece
un guardia afila su espada
mientras la luna se cubre de luto
y docenas de antorchas escudriñan.

Un ejército de Ángeles observa
desde la impotencia de su inmortalidad
viendo a la pureza gemir
desangrarse la Belleza,
¡orar: lo único que resta!


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Beso, cuerdas, prendimiento... cordero camino al matadero (2º parte)


El silencio se derrumba
la divinidad es ultrajada
espadas y palos sedientos
de miembros dóciles,
pecados verdugos, hombros vencidos,
la ceguera clama entre dientes
“¡Muerte al blasfemo!”

Labios secos, corazón vendido
perjurio que se encarna
y se solidifica en el rostro amigo,
oscuros deseos,
respiración agitada
amigo de mirada torva
¿“Amigo”?
¿así entregas a tu Maestro
y firmas con tu sangre mugrienta?

Peñascos testigos de carne inocente,
cuerdas fundidas con piel,
pies devorados por la paciencia inclemente
espalda que se estrecha
torso que recibe siete dedos...
o colas.

Sangre que trasciende en la tierra, huellas
madre que recoge hasta la última gota
confusión, titubeos, tinieblas
mar de llanto y de dientes, rechinar.

El sol no se atreve a asomarse
un gallo delata al cobarde
y una Mujer golpea su pecho en silencio
herido de muerte, atravesado por mil espadas
y puñales de todos los tiempos.

Es el Cordero que con sus muñecas soldadas
levanta su frente y resigna su Nombre
mientras Israel rasga sus vestidos
porque su opulencia tirita
y a latigazos pretende
flagelar a la Verdad
y hacer callar a las piedras.


Buenos Aires (viendo a la Magdalena llorar sobre un charco rojo)

08 abril, 2006

Corazón anestesiado


Israel tiene miedo
le cuesta el amor
sobre todo decirlo.

Su pequeño gran problema
no lo deja dormir:
está queriendo volver a suspirar
pero no tiene agallas
para respirar demasiado fuerte
y enterarse de que todavía está vivo.

Tiene miedo, sí
que un día de éstos
ese sueño lo pellizque
y se deba enfrentar
con el seno de la cebolla
desechando lo de afuera.

Se ha encariñado con su máscara
que se le ha pegado al cuerpo
y atornillado en el carácter.

¿Por qué es tan terco, Israel
que no le hace caso
a su reprimido corazón?

No lo deja ser,
no le permite salir galopando
saltando por encima de las palabras
para pastar libre
en el campo de los hechos
latiendo, sin su ritmo acostumbrado
rescatándolo de su aletargada siesta.

¿Por qué le hace tanto caso
a su cabeza?
Hay cosas que no se comprenden
hasta que no se deja volar al alma.

Sí, está encadenado,
pobre, pobre corazón de Israel
que se olvidó de amar
y anestesiado,
se durmió en las promesas
de un futuro diferente
que nunca es,
que nunca llega.



Buenos Aires (esperando que Israel se despierte de su siesta, con ganas de salir a cabalgar)

04 abril, 2006

La vida con ojos negros



Salmodia asidua
lamentos entrecortados
gemidos monótonos, alicaídos.

Traje oscuro
alas inútiles
patas ágiles,
para huir,
y deleite nocturno,
soledad.

Pirata de charcos
¿a quién engaña?
¿Acaso vio el sol
apagarse entre las olas?

¿O tal vez acalló su alma
para escuchar el viento, desconsolado
acariciando un jazmín marchito?

¿Escribió, quizás, un poema
en el silencio, desde una cima
en el lomo de una roca lisa
mientras montaba nubes?

Ni siquiera soñó sobre la arena
mirando errar al mar
sonriendo a orillas de las estrellas,
mientras el agua salada
autorizaba otra oportunidad.

¿O tal vez le rogó a la luna
permanecer en este mundo, más allá
de un recuerdo efímero, noche solitaria
y trascender la fotografía
de una tumba sin nombre ni flores?

No conoce la ciudad dorada,
ni comprende estas palabras
sin vencimiento.

Jamás le trajo la brisa
suaves susurros
escritos con el rocío
y firmados con el perfume
de un recuerdo tibio.

No, la vida no es supervivencia
canto apresurado, huídas
tampoco es silencio, lágrimas estancadas
melancolía hecha salmo
existencia nocturna,
solitaria agonía.

Es gemela de la nieve:
blanca, pura, inmaculada,
regalo del cielo
y a la vez pálida, fría, mortal abrigo.


Enceguece con su brillo,
sonroja las mejillas
es avalancha que arrastra
a la voz que grita en la cúspide
y lo sepulta en el silencio del olvido.

Es fiesta, alegría diurna
es vela encendida
esperanza
viva.

Buenos Aires (escrito en una noche fría, reescrito de día)

01 abril, 2006

Dejar de ser arena para ser...


Nacer, crecer, vivir
y no a duras penas sobrevivir
sin motor, sin meta
sin Su ayuda, mano extendida
soy mota a la deriva,
barco abandonado, sueños pinchados.

Este grano de mostaza clama
eleva su mirada al cielo
quebrantándose en una plegaria:

Quiere morir, desde adentro
para poder vivir hacia afuera,
sacar fuertes raíces,
para beber del agua
de la fuente de la Vida que no muere.

Quiere crecer en humildad,
en pequeñez y en servicio
pero es frágil y torpe,
limitado y soberbio.

Quiere combinar la fortaleza
de un árbol grande y añoso
que sólo tu Amor puede regar
que sólo la Esperanza lo sostiene
y que no lo atormenta su barro.

Basta de hipocresías,
dejar quiero de ser arena
para ser semilla.

Buenos Aires (durante Cuaresma)