29 marzo, 2006

Matices de una vida acumulada


¿De qué color es la vida...

... cuando las raíces se hacen profundas
cuando las ramas se tornan frágiles
y desnudas quedan, sin su frondoso vestido?

... cuando el otoño somete al verano
cuando la sabia desciende, aletargada
y muerta de frío busca calor
en los zapatos del amo desprotegido?

... cuando la corteza se vuelve más rígida
toga gruesa y heterogénea
cordel de memoria
que amontona sueños y alegrías desteñidas?

... cuando el olvido se viste de luto,
cuando las arrugas surcan la frescura
cuando la blancura muda en palidez
y el alma se hace más volátil?

...cuando las mariposas son grises,
viudas de caricias, ancianas de expresión
aunque adolescentes en sueños?

... cuando en un torbellino de rostros y sombras
la mirada vaga y se pierde
cuando un puñado de jazmines
se rinden antes de cumplir su cometido

Entonces,
y sólo entonces
sólo quedan las estrellas amigas.

Buenos Aires (encanecida sabiduría, pasos cortos, vida acumulada)

Morir de pie



Troncos anchos,
corteza áspera
copas nevadas,
ralos recuerdos
de primaveras difusas.

Húmedos ojos,
profundas lagunas
labios resecos,
párpados caídos,
trance de a ratos.

Leños encorvados
pero aún erguidos
agónica presencia
armonía de parsimonias
sinfonía de años.

A pesar de la tormenta
del huracán inclemente
de sinsabores pasados
crisis y sequías
los árboles mueren de pie.

Buenos Aires (lentes gruesos, boina y pipa: abuelidad incondicional)

25 marzo, 2006

Plegarias de un gorrión que se apiadó


Israel está solo
sus teléfonos yacen clausurados, mutilados
abortadas las misivas antes de ser concebidas
el buzón famélico, agoniza.

La nada forra las paredes
de su vida insulsa y desteñida
mientras la puerta de entrada,
masoquista en vigilia espera,
siquiera uno, algún puño conocido.

Un mutismo envenena sus venas
mientras sus oídos, velados
y sus ojos cosidos,
ya ni con la tevé matan el desconsuelo.

Las sábanas incendian su espalda
y la almohada confabula con sus pesadillas
para apoderarse de su paz
y clavarle la bandera a su orgullo.

Le arden las culpas,
lo agarrota el pasado
ni soñar puede porque hace tiempo
que enterró la voluntad
que dobló sus metas y las guardó
en el último cajón del placard.

Israel, ¿qué tienes?
¿por qué nadie puede alegrarte?
¿es dolor? ¿es temor?
¿tal vez sufres por amores frustrados?
¿o quizás te faltan amigos que te abracen
y te sobran prejuicios que te recluyen?

Quisiera arrancarte de tu letargo
pero te nacieron raíces
son tus cabellos, que temen arriesgarse
y como hiedra te fijaron a la cama,
tentación perezosa de postergar la vida.

¡Oh, Israel, has engordado tanto...!
es que roíste todas tus penas.
Y al beberte tantas lágrimas
te volviste líquido, inconsistente
montículo impotente, alma endeble.

Ojalá miraras por tu ventana
así verías que en tu jardín
todas las mañanas se elevan plegarias
más allá de un rosal desnudo.

Es un gorrión que te entrega
sus pulmones, sus fuerzas
y desde un espino mirando al horizonte,
espera.

Buenos Aires (si supiera Israel quién es ese gorrión...)

24 marzo, 2006

Mi barquito de papel


Hoy quiero salir a navegar
los sueños soplan a favor
y las nubes no dejan de tentarme con sus formas.

Mis manos todavía no están tan arrugadas
y mis ojos se relamen de sed.

Aroma a mar, salada tentación
puerto impaciente por verme levar anclas,
pesadas tal vez,
alguien me ayudará.

¿Ir solo? poco conveniente...
pobre mi barco si no:
puede humedecerse de lágrimas solitarias
y hundirse en el medio del camino
antes de conocer el océano libre.

Quiero viajar lejos
total, tengo mucho papel
el tiempo no me sobra
pero la salud tampoco me falta.

Dicen que hacia el este no existe el cansancio
y que la felicidad florece en todos los campos.

No voy a llevar mapa porque
siempre que termino un castillo
alguien me sopla las cartas.

Tal vez en mi camino
pise el suelo de algún país
donde el Rey sea el más pobre
y sus mejores posesiones sean
una mujer, un amigo,
un lápiz y un hijo.

Donde los árboles Paz y Justicia
inclinen sus ramas de cargados frutos
donde el hambre sólo sea una leyenda
y donde el color rojo no sea
el de la sangre hermana derramada.

Donde los niños no sean muertos
antes de poder chuparse el dedo.

Un lugar donde uno no envejezca
sino que se vuelva más felíz y sabio .

O tal vez llegue a un lugar
en que las heridas sean abiertas cada día
en que el dinero sea Señor
y donde el aire cueste caro.

Un lugar donde el amor se haya extinguido
minado de egoísmos y de ruido,
de propagandas latosas, de imágenes vacías, dulces mentiras.

Entonces, y sólo entonces
sabré que mis sueños
no soplan lo suficiente
para abandonar mi propio puerto.


Buenos Aires (un día gris de brisa con olor a mar)

23 marzo, 2006

Polifonía de nombres, caducos y perennes


El tiempo pasa
y muchas cosas, a mi también
cuesta reconciliarse con dos décadas
Vivir no es un cuento
ni cuento con que mi vida sea un poema.

Camino sinuoso, pendientes
curvas peligrosas, peligro de desbarrancarse
colinas, conquistadas o que entierran con sus avalanchas
efímeros aunque esenciales tramos rectos.

Pozos, baches, piedras, guijarros o montañas
desvíos, obligados ¡cuándo no!
tropiezos y caídas del alma.

Manos, brazos, corazones generosos...
no siempre...

Separarse del suelo, corriendo ¡muy rápido!
Volar... pero muy lejos,
caras desconocidas, voces extrañas...
alienarse...

Y a veces, la providencia hace llover,
rocío de nombres.
No a menudo son conjuntos de símbolos:
cobijan el alma, en cambio.
No siempre un espacio automatizado en la memoria,
sino un nido de cálidos e irrepetibles gestos.

Raramente sonidos que aburren y hieren,
sino coro de silencios armoniosos y manos oportunas que sostienen.

Ojalá todos fueran fuegos incadescentes,
árboles perennes, raíces perpetuas.
Así serían inmortalizados en la roca más dura
por la mano firme del nombrado
alianza imperecedera con el nombrante.


Buenos Aires

(cuando algunos nombres se ponen rancios)

21 marzo, 2006

Ayer iba en bicicleta por el centro. Y cuando estaba esperando que cambiara el semáforo, vi un cartel que decía:

"Te colgamos todos tus éxitos"

Adivinen qué vendía este local:

20 marzo, 2006

Boceto de una identidad secuestrada


Despierto de un sueño
camino en penumbras
miembros rígidos
sangre espesa, pesada
ojos entornados
voz arenosa, áspero esfuerzo fallido.

Trato de llamarme, me busco
ajeno suena mi nombre,
impropio lo tan mío.

Busco un rostro
lo descubro en un estanque
un reflejo pero no el esperado.
No es el Yo de antes del sueño
es Otro.

Corro, caigo, lloro
desconsuelo, angustia, enajenación
identidad secuestrada, sombra ajena.

Camino llano, monótono
ni luna, sol o estrellas
ni flores, piedras o huellas...
ni siquiera ella o su aroma.
Sólo una vibración:
el lápiz que sigue trazando
el boceto de mis días.


Buenos Aires

(el lápiz tiene la punta bastante roma por estos días, parece)

17 marzo, 2006

Cuando el corazón late...


Cuando el alma mengua
y los sueños se marchitan
cuando los amigos no abrigan
y las madres envejecen
entonces el corazón no late:
se queja.

Cuando el amor se compra
y los últimos suspiros se rematan
cuando las manos se arrugan por tanto ocio
y los pies permanecen envueltos en una caja
entonces el corazón no late:
se oxida.

Cuando los miedos forman un ramillete
y ganan la guerra en cada amanecer
cuando la inseguridad reinay las manos tiemblan
el corazón no late, entonces
porque le teme a la sangre.

Cuando la semilla muere para dar vida
y un salmón, corriente arriba, por lo mismo
cuando la madre besa por última vez al hijo
y el carpintero muere, traicionado por dos maderos,
es que entonces el corazón late,
late de vergüenza.


Mendoza (otra noche de sábanas ásperas)

Recuerdo verdugo, cruz y espinas


Salí a caminar aunque me duelen los pies
respiro aunque no me lo propongo
todavía queda luz para seguir viendo
nombres que quieren ser pronunciados
teléfonos que suenan y suenan
reclamándole al oído, protestando.

Miro a los costados y hacia atrás
la soledad me persigue silenciosa
y no deja huellas en el barro.

Mis oídos se inundan, se aquietan, mueren
los ojos, sellados, salida restringida
las lágrimas tibias se acumulan hacia dentro,
oxidan mi conciencia.

Y un recuerdo:
roca dura, fuego helado, acero,
verdugo omnipresente,
paloma que vuela, decapitada
y debajo, cenizas del olivo perdido

Corazón reseco, dormido, envejecido
sueños marchitos, otoño,
presente ausente
pasado perdido pero vivo, ardiente
dolor sordo, solo, egoísta.

Cruz y espinas,
miedo y culpa.


Mendoza (noches de imsomnio)

07 marzo, 2006


Una meta (cortita) para estos días:

"Escuchar el corazón, para hacer sólo lo que no traicione la paz interior".

(Consejo de un cura jesuita en confesión, para esta Cuaresma)

05 marzo, 2006

Reflejo encadenado, Dios de estampa


A veces pienso, Señor:
"¡Qué admirables son tus obras!"
Y en mi ego me repito:
"soy un digno hijo suyo".

¿Soberbia, orgullo, vanidad?
meros vocablos que se quedan cortos.
Deseos de divinidad que al final
doblan rodillas omnipotentes
agobiando con su peso,

No es peso de Cruz:
es una carga autoimpuesta;
no es corona de espinas
es flagelo, masoquismo,
lobo con piel de cordero.

Lengua bífida, vientre gastado,
mentiras dulces, pegajosas
horizonte oscuro. Incertidumbre.

"Yo puedo, yo, soy capaz:
destruyo al mundo con un dedo
para en 3 días rehacerlo
más hermoso, más justo, más mío.

Yo sólo, yo, perfecto
oídos tapados, ceño fruncido
presión, exigencias, frustración.
Dios a medida, Padre de estampa.
Reflejo cansado, encadenado
cruel realidad:
aceptar mi humanidad.



Mendoza, 05-03-2006